Me levanto por la mañana, un día de buena y otro de mala gana. Después de bostezar varias veces, me rasco la cabeza, estiro los brazos y parezco un brujo endiablado, cuando me miro al espejo, con todo el pelo alborotado. Mojándome un poco el dedo meñique de la mano derecha, y teniendo la otra metida en el bolsillo del pantalón del pijama, me mojo un poco la oreja y me quito la legaña.

No lo hago por no lavarme, es más porque debo acostumbrarme a no gastar agua. Cuando termino, el aseo me gusta asomarme por la ventana. Allí miro al horizonte y saludo al nuevo día; no me importa si está nublado o hace sol, lo que me importa es que me doy cuenta de que estoy vivo y la cara se me llena de alegría, y me pongo a pensar y digo: Otro día, me han regalado otro día. . . Ahora es cuando vuelvo al baño y haciéndome el valiente, no uso ni el agua caliente, uso el agua fresquita y en menos de dos minutos la pereza se me quita. Tatareando canciones, haciendo gallos al cantar, quiero aclarar mi voz, para que suene mejor, más aclarada o sin aclarar yo nunca llegaré a tenor. Como no vivo del canto, tampoco lo tomo a pecho y eso me da derecho de poder disfrutar de esos bellos romances que yo me invento, que, aunque no suenen bien por fuera, a mí me hacen mucho bien por dentro.

Mi pensamiento se expande, llegando a la lejanía, buscando cosas bonitas, que a mi corazón le gustan, noto que se me llena y de una manera serena las transforma en alegría. Alegría, que se refleja en esta cara risueña, que, huyendo de la tristeza, trata de mantenerse serena, logrando que el corazón, mantenga el ritmo bien acompasado.

Y me pongo a pensar, que debo dar gracias a Dios, por regalarme este día, que, por tener la suerte, yo, ahora tengo que corresponder sabiendo ser agradecido. Sabiendo aprovechar esta oportunidad que me ha dado para que disfrute, para que sea feliz. Nadie que lleve la tristeza en el cuerpo será feliz, Nadie que viva con alegría, sentirá la tristeza. Comparte la alegría con todo aquel y él te contestará de la misma manera. Antepón una sonrisa al diálogo, se amable, los problemas si han pasado, ya no tienen remedio, si no han llegado, no te preocupes por ellos. No hipoteques tu presente por un pasado que no tiene futuro. Vive el presente y has feliz a quien está a tu alrededor. Cuando estés triste, alza la vista al Cielo y dile: «Ayúdame Señor«. Verás que bien te sientes, la tristeza se te irá y tú, serás capaz de ser feliz.